jueves, 2 de febrero de 2012

decepciones.

No puedo decir que no me diste todo lo que tenías, no puedo decir que no me querías, o que no te importaba. Tampoco puedo decir que no me diste algunos de los mejores momentos, ni que no te sigo queriendo.
Pero con querer no basta. Lo sé bien.
Sé que no hay que dar con la intención de recibir... pero darlo todo y recibir una bofetada en la cara, eso sí que duele.
Todo lo que me diste, todo, lo borraron tus acciones al final. Nuestro miedo más grande se cumplió, y lo bueno sobrepasó lo malo. Vivíamos en la pequeña burbuja que decidimos crear, ajena al mundo, a todo lo demás... jurándonos amor eterno, creyendo que éramos invencibles y que siempre podríamos más... pero pasó lo inevitable; la burbuja se rompió y nos quedamos con miles de pedacitos imposibles de pegar.
Y ahora así estamos, distantes como nunca, con un agujero enorme en el corazón y los ojos empañados con los recuerdos de un pasado mejor.
Cuántas cosas cambiaría si pudiera... cuántas cosas cambiarías tú. Pero la vida no funciona así, no hay un botón de reset, ni manera de rebobinar; las cosas se dieron así sin más, y ahora sólo queda aceptarlo, y seguir con nuestras vidas. Tú por tu lado y yo por el mío. Intentando cada día borrarnos de nuestros pensamientos, no recordar... no pensar demasiado, no sentir.
Aquí estoy yo, mejor, sin embargo no bien del todo. E ignoro como estás tú, y honestamente prefiero seguir sin saberlo. Seguir hacia delante, intentando no mirar atrás, intentando convencerme a mí misma que todo fue sólo un sueño, algo incierto, irreal. Creyendo que en realidad no te quise, que tú nunca me amaste y que lo que tuvimos nunca pasó.



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