No lo podré olvidar..Y
Martina se sentía extraña. Una sensación de vacío que jamás había experimentado antes la invadía. Una inmensa tristeza. Pero de unas dimensiones distintas a las que antes había conocido. Unas dimensiones inmedibles.
Nunca nadie querido para ella se le había sido arrebatado tan repentinamente, de una manera tan brusca. Bueno, su tía al ser ella más pequeña. Pero se había distanciado de ella para ese entonces… Demasiado.
Se sentó encima de su cama mientras las lágrimas tibias resbalaban por sus mejillas. Sentía un enorme vacío dentro.
Era raro perder a alguien. La muerte venía tan súbita, tan inesperada, tan dolorosa en cualquier momento. A cualquier persona. La vida era un estado tan frágil, que en cualquier momento, por cualquier razón podía dejar de ser, ya no existir.
“La muerte está tan segura de habernos ganado, que nos da toda una vida de ventaja” pensó. Luego recordó unas frases más que había leído acerca de ésta.
Perder a alguien era algo incómodo y desagradable, como subir las escaleras en la noche sin ninguna luz encendida. Y al llegar al último escalón, levantas el pie esperando al siguiente, mientras de una manera súbita tu pie cae el vacío, notando que el escalón no está ahí.
Sacó de debajo de su cama una caja de zapatos forrada con una tela de gamuza azul marino. Ahí estaban los recuerdos de todos esos últimos 18 meses condensados en fotos, recortes y notas de papel. La abrió y sacó primero una nota, la primera que le había enviado Marco. El papel estaba arrugado y rasgado en la esquina superior derecha.
27 - 03 – 06
“Hola Martina, soy Marco, el amigo de Daniel que conociste el otro día.
Me pareces muy simpática y guapa y bueno, cuando tengas tiempo te quería
Preguntar si te apetecería ir a tomar un café conmigo, y así podríamos
Charlar un rato..
Daniel me ha dado tu móvil, así que ya te enviaré un mensaje o te llamaré.
Un abrazo,
Marco”
En la letra apurada se podía percibir un dejo de nervios impregnados por siempre en un papel.
La nostalgia le invadió repentinamente, mientras volvía a doblar aquella nota. Poco a poco recordaba como Daniel había sido el que los había presentado. Marco estaba en la clase de Daniel cuando ella estaba empezando el bachillerato y ambos a poco tiempo de graduarse. Marco y Martina se llevaban tan sólo un año.
A continuación, sacó una foto en la que salían ambos abrazados, dándose un beso a contraluz de un atardecer majestuoso en la playa. El cielo rojo y un sol amarillo y grande justo detrás de sus negras y entrelazadas siluetas. Al reverso, estaba escrita una dedicatoria de Marco y en la parte superior la fecha (20-09-07) y una frase que decía: “Los momentos perfectos no sólo ocurren en los cuentos de hadas. Te amo”.
Decidió no seguir leyendo. Le resultaría demasiado doloroso.
Poco a poco varios recuerdos ocultos y casi olvidados fueron aflorando y reviviendo, al punto de parecer casi nuevamente reales. Las lágrimas de Martina eran cada vez más abundantes y sus sollozos y suspiros más marcados.
Valeria intentaba entrar continuamente a su habitación, pero Martina no se lo permitía. No quería ningún tipo de compañía. Quería estar a solas con sus pensamientos. Además, ¿qué le podía decir Valeria? No podía hacer nada para consolarla. Marco estaba muerto y nada de lo que dijera podía devolverle la vida. Ésa que tanto se merecía.
La gente siempre cree que puede hacerte sentir mejor diciendo que sabe como te sientes y que ya te pasará. Pero eso no mitiga tu dolor, y aunque sonrías y agradezcas cortésmente no te sientes mejor. Porque en realidad nadie sabe como te sientes. No hay dos personas iguales en el mundo, y nadie tomará una noticia igual a otra. De nada sirven las palabras cuando se trata de sentimientos.
Tantos recuerdos, tantos momentos compartidos junto a él, que no volverían. Su calor, el color de sus ojos, el olor de su pelo, el tacto de su piel. El sonido de su voz cada mañana y su característica sonrisa. Todo se le volvía cada vez más lejano, y pensar que tan sólo aquella mañana había despertado a su lado.
No podía más. Las ganas de romper en llanto vencieron. Se echó en su cama y enterrando la cabeza entre cojines y almohadas, lloró. Largo y tendido, ahogando gritos entre las mantas, sintiendo cada una de las lágrimas, que en cada una de ellas de resguardaba un recuerdo que se deslizaba por sus mejillas hasta caer y unirse a las demás. Recordaba en cada minuto sus sonrisas y las palabras que le decía. Sus “te amo”, sus peleas y discusiones tontas, y es que hasta esas cosas desagradables le parecían adorables bajo tan atroces circunstancias.
No quería nada. Sólo morir. Estar junto a Marco para el resto de su muerte.
“Si la muerte fuese un camino, y andar de la mano a tu lado para el resto de la eternidad.”
“¿Qué valor puede tener la vida si no estamos juntos?”
“¿Qué es la vida?
Un frenesí
¿Qué es la vida?
¡Una ilusión!
¡Una sombra, una ficción!
Y el mayor bien es pequeño.
Que toda la vida es sueño
Y los sueños, sueños son.”
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1 comentario:
Eres genial preciosaa...
Lo leo y me emociono! ^^
Escribes liindooo! :)
I love yoou...
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