martes, 5 de febrero de 2008

Geht's noch ..

Oh! Sorpresa..♥



Martina se arregló rápidamente, no tardó mucho tiempo, después de todo no era un día especia. Sólo saldría con su novio.

Eran las 7 en punto y el timbre sonó. Era Marco. Tenía que ser él. Siempre fue puntual...

Martina cogió el telefonillo y dijo qe ya bajaba.

Cogió su bolso y salió. Hace algún tiempo ya, que no se miraba al espejo antes de salir, retocándose el maquillaje, con las mariposas revoloteándole en el estómago antes de salir. Supuso que sería la confianza que tenía con Marco, que la había visto en todas sus fasetas, guapa, fea, feliz, enfadada, llorosa, recién despertada...



Se saludaron con un pequeño beso en los labios y ambos subieron en silencio al coche. Se mantuvieron callados durante un tiempo. Martina miraba distraída por la ventana hasta que preguntó:

- Entonces... ¿Qué haremos? -

- Te tengo una pequeña sorpresa - dijo Marco sonriendo enigmáticamente.

Martina se sorprendió un poco, él no era del tipo que sorprendía mucho Es más, era un joven rutinario, a quien le descomponía que le rompiesen el esquema. Siempre planeaba todo con mucha antelación, siempre tenía todo perfecto. La ropa bien planchada, la cama tendida, la casa ordenada. A Martina siempre le encantó el orden que tenía. Comparado a los chicos de su edad, Marco parecía ya todo un hombre hecho y derecho, con los cuellos de sus polos bien doblados y sus gafas Ray.Ban que le cubrían los grises ojos. Su pelo marrón, liso y corto, siempre con un poco de gomina echado hacia atrás. Pero todo aquello que le había atraído de Marco, ahora a veces le fastidiaba un poco, ella también era muy organizada, pero no tan rutinaria, dejaba un poco que el día se diese como debía. Al fin y al cabo, la rutina es lo que nos termina matando.

Al llegar, estaban en la puerta de la casa de Marco. Estaba la verja abierta, así que Martina entró como muchas otras veces. Marco vivía en una casa enorme, ya que sus padres se la habían dejado. Ellos se habían mudado a la Provenza con el resto de la familia. Y por lo tanto, él vivía solo en ese inmenso casón.



Ella avanzaba por el camino de piedritas que había a la entrada, perfilado por unos arbustos muy bien conservados, cuando Marco la alcanzó por detrás y le tapó los ojos. Le dijo que no podía ver nada y que se tenía que quedar ahí parada hasta que él le dijera. Martina no mostró ninguna objeción y se quedó ahí con los ojos cerrados.

Después de unos cinco minutos, Marco volvió y le dijo que los abriera, al hacerlo se sintió algo aturdida. Marco la llevó de la mano y entró por la gran puerta principal, tallada en madera. Luego pasó por el salón con antiguos muebles franceses, toda la casa exquisítamente decorada. Eso también le gustaba de Marco y de su familia en general. El muy buen gusto.

Subieron lentamente las escaleras, él delante y ella siguiéndole, hasta que llegaron al piso superior donde directamente se dirigieron hacia la terraza.

Cuando salió, Martina se quedó con la boca abierta. Estaba totalmente iluminada por velas, ninguna luz artificial, y sobre la mesa un mantel color perla y sobre éste unos platos de cristal con dibujos de flores también transparentes.

- ¿Te gusta? - preguntó Marco satisfecho al haber creado en su novia la reacción que esperaba.

Martina no respondió. No podía. Era algo realmente increible. Jamás había hecho nadie algo tan romántico para ella. Sólo se lanzó a sus brazos y le dio un largo y cálido beso.

Cenaron hablando y riendo. Fue una velada (en todo el sentido de la palabra sólo iluminada por velas) muy agradable, y con la persona a la que quería. De postr hubo helado de café con salsa de chocolate derretido. Eso le volvía loca a Martina. No entendía por qué la estaba mimando tanto, pero obviamente no mostró resistencia alguna. Hubiera sido una tonta si lo hubiera hecho o si hubiera preguntado la razón de por qué lo hacía... Después de todo ella lo habia mimado muchas veces y él no había hecho algo TAN especial como eso.

Al terminar, fueron al cuarto de Marco. Las sábanas con las que estaba tendida la cama no eran las habituales, éstas eran de seda de color vino. Algo como para enmarcar.

Marco le sonrió pícaramente, y ambos sabían lo que eso significaba. Durmieron juntos.



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El cálido sol que entraba por la ventana, los despertó enredados entre las sábanas. Martina abrazada a Marco y con una sonrisa en la boca. Era el 3 de Abril, 10.30h. Martina tenía que ir a casa. Había quedado con Valeria para ir de compras. (Rito sagrado entre dos mejores amigas que llevaban seis meses viviendo juntas)

- Amor, me tengo que ir - dijo Martina bostezando y estirándose sobre la cama.

- Nooo... ¿A dónde? - dijo Marco aún con un ojo cerrado.

- Pues he quedado con Vale, ya sabes... Shopping! - Esa última palabra la dijo en un tono más agudo. Se levantó de la cama y el sol bañaba su cuerpo desnudo. Su figura esbelta se paseó por la habitación hasta llegar al baño, y Marco la contemplaba embelesado, como si aún estuviera soñando.

La amaba con todo su corazón. A ella, a Martina. La muje que le robó el corazón desde la primera vez que la vio en el instituto, paseando con Valeria en un recreo. Y desde ahí, jamás salió de su pensamiento.

Martina se dio una breve ducha, le hubiera apetecido mucho darse un largo baño, pero Valeria la fusilaría si llegaba tarde. No quería recordar el grito que le pegó la última vez que se retrasó. Vale no solía ser muy puntual para nada, excepto para las compras. Para eso sí que llegaba dos horas antes si era preciso.

- Me llamas cuando termines a ver si quedamos, ¿si? - dijo Marco sonriéndole tiernamente desde la cama.

- Claro, corazón. - Martina se acercó y le dio un beso en la frente. De repente, una sensación horrible la invadió. Una imagen de un funeral pobló su mente durante una fracción de segundo. Eso la hizo estremecerse y no pudo contener una cara de horror y preocupación. Odiaba esas cosas.

- ¿Qué pasó amor? - dijo Marco algo asustado.

- ¿Eh...? Ah, no, no es nada. Sólo que no quiero llegar tarde. - dijo ella evadiéndolo. Obviamente no quería decirle lo que acababa de ver. ¡Qué horror! Seguramente su mente le estaba jugando algunas bromitas de mal gusto. Eso pasa a veces cuando te entierras entre libros pasa aprobar el curso. Estaba muy cansada. Pero aún así el miedo que sintió hace algunos segundos no se le iba, y seguía igual de intenso que cuando llegó. Abrazó a Marco muy fuertemente. Estaba tibio y olía muy bien. Después le dio un beso en los labios y le susurró al oido: Te Amo.

Esto no puede ser real!..Y



Al llegar a casa, Vale estaba terminando de vestirse. "Uff... Qué alivio" pensó.

- Hola Marti, salimos en quince minutos ¿vale? - dijo mientras entraba al baño para arreglarse.

Ella entró a su cuarto y se sentó frente a su escritorio. "¡La carta!" Se había olvidado completamente de su existencia. Esa cata de remitente desconocio que había recibido el día anterior. Se dispuso a abrirla. Tanto misterio no podía ser.

Domingo, 5 de Abril. Encuéntrame en Pl. Cataluña. Te espero a las 10 am. Por favor, no llegues tarde, tengo algo muy importante para ti.

Eso era todo lo que aparecía en la carta. Qué cosa tan rara. Por un momento pensó que sería Daniel. Pero después de reflexionarlo decidió que era imposible. Esta fecha era al día siguiente. ¿Iría? Aún no lo sabía. Decía que tenía algo muy importante para ella. ¿Qué sería? Bueno, aún tenía todo el día para pensarlo.

Pasó todo el día de compras con Valeria por toda Barcelona. L'Illa, El Corte Inglés, o debería decir "Los Cortes Ingleses", tuvieron que recorrer todos los de la ciudad para encontrar las botas que quería Valeria. Dios mío esta mujer cuando de verdad se propone comprar una cosa jamás se detiene. Después Paseo de Gracia. Chanel, Louis Vouitton, Scada, Prada, Gucci, y todas esas marcas que nos chiflan a las mujeres.

- Uff! Estoy completamente rendida - dijo Martina al llegar a casa y sentarse para quitarse las botas.

- Anda ya! Imagínate como ando yo que he recorrido la cuidad entera con estos tacones - dijo Valeria mientras se quitaba unos tacones de siquiera siete centímetros.

- La vanidad duele cariño - dijo Martina sonriendo irónicamente.

- Uff, sería buenísimo que hubieran unos tacones altos y estilísticos pero al mismo tiempo cómodos como para caminar sin romperte los dedos o el empeine - dijo Vale fastidiada.

- A ver si los inventas tu, para algo tienes tanta imaginación y para algo estudias diseño de modas -

En eso, el teléfono sonó. Martina lo cogió tranquilamente, aún riéndose de las tonterías que decía Valeria. De repente, se calló en seco, y adoptó una expresión sumamente seria. Normalmente Martina no solía de cambiar de humor de un segundo a otro, por lo que se asustó.

- ¿Qué pasa, Marti? - le repetía en un susurro.

Ella sólo se limitaba a asentir y enormes gotarrones le caían por las mejillas. Colgó.

- Marco ha... muerto - dijo con una voy muy débil, como si fuese un secreto, antes de que Valeria le preguntara cualquier cosa.

- La policía vendrá a las 8 para explicarnos todo. - volvió a decir esta vez con una voz mas normal pero temblorosa por causa de la noticia.

Esto no podía estar pasando. Marco no podía haber muerto.

[...]


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