miércoles, 22 de abril de 2009

Me despido de tus caricias.

No las añoraré, ni las echaré de menos. Porque menos que nada es nada. Tus caricias.. Porque nunca las he sentido rozando mi piel... Siempre he anhelado la unión de las almas junto a la de los cuerpos, y en un vacío lleno he querido besarte. Mi amor, cuánto he llegado yo a amarte. 
La oscura senda de mi alma me negó lo que en verdad anhelaba. Te busqué con codicia en la mirada y no entendía porqué te amaba. Pero ahora lo entiendo, veo que hermosa es la luz cuando se refracta en tu cara... Y como tus manos ásperas y tus fuertes brazos amortiguan tus penas amargas... 
¿Por qué te cubres con las manos la cara? ¿Por qué quieres la luna? Tienes el firmamento a tus pies... quieres la luna... Envidio lo que sientes por ella, y envidio cada estrella que ha estado a tu lado. Y te tengo pena porque nunca te han admirado más allá de tu espejismo, de tu imagen de soberbia, de un triste paralelismo, fútil, que como la neblina, niega tu verdadero ser.
Porque como yo por vez primera te iba a conocer...
Mi amor, eres lo más hermoso que he visto, que he conocido, que en mi alma he sentido. No te afees, yo te conozco y sé cómo eres. No te me ocultes, se como eres, se dulce, dulce como el rocío, y no seas la nevada amarga que muere en el río.
Mi amor, te confieso que te amo, y confieso que he sido tu amiga. Me despido sin más ambiciones, te añoraré en mi porvenir repetido... Y en mi rutina diaria pensaré en lo que no hemos sido. Y cuando me asalte la pena me diré en silencio color violeta: Como yo nadie le ha conocido, o querido ni tan siquiera él mismo.


Eduard Ugalde.


te quiero, Eduard. Hoy y siempre.

lunes, 20 de abril de 2009

un mes a tu lado.


No soy una princesa de esas de cristal
 que exhiben en las vitrinas o que viven en los castillos. No estoy hecha de porcelana, ni tampoco me rompo con facilidad. No vivo tan solo del aire, ni tampoco quiero un príncipe que me venga a rescatar. No quiero promesas de amor eterno, ni tampoco besos de desencanto. Quiero algo real, algo tangible. Algo que se me escape entre los dedos. Algo que me haga sentir cada día más viva que el anterior. Algo por lo que valga la pena seguir.
No prometo sonreír todos los días, ni ser siempre buena. No prometo tener el mejor humor, ni tampoco las mejores ganas. No prometo tratarte siempre como te lo mereces (es decir, bien) porque yo también tengo mis momentos de debilidad. No prometo dártelo todo a cambio de nada, ni tampoco te prometo un cuento de hadas.
Lo que sí te prometo es quererte. Prometo dar lo mejor de mi con tal de que tú seas feliz. Prometo que si nos peleamos, haré que haya valido la pena, ya que siempre viene una mejor reconciliación. Prometo darte besos sinceros y abrazos desde el corazón.
Soy impaciente, loca, tengo cambios de ánimo muy repentinos y suelo encapricharme con lo que quiero. Necesito amor y cuidado, pero también me gusta tener mi espacio, no sentirme asfixiada ni atosigada. Necesito mimar, al igual que me mimen, necesito una inyección de celos de vez en cuando, una negación, algo que mantenga vivo el sentimiento. No me gusta la monotonía y 
soy enemiga de la rutina. Tengo muchos secretos, los cuales no pienso compartir, pero eso simplemente forma parte de mi.
También tengo muchos defectos, pero mi más grande virtud es quererte. Te lo aseguro.
Ahora ya sabes quién soy. ¿Me sigues queriendo? ¿Te arriesgas a darle una oportunidad a este sentimiento que consideramos 'nuestro'?

Gracias.


Quisiera poder poner en palabras aquel sentimiento que me embriaga cada vez que tus brazos me rodean, o cada vez que tus labios rozan los míos, cada vez que me miras y no dices nada, cada vez que me susurras algo al oído.
Me gustaría mostrarte lo grande que es este sentimiento. Pero no puedo de manera exacta. No puedo medirlo, ni pesarlo, ni cogerlo, ni verlo, pero sin embargo; puedo sentirlo.
Te quiero tanto que las estrellas no bastan para pensarte. Lo único que quiero es estar entre tus brazos, y cuando lo estoy, simplemente no deseo nada más. Desde aquí puedo ver brillar la luz del sol. Has abierto una puerta en mi horizonte, encendiendo una luz, has avivado una esperanza. Me has dado alas y me has dejado volar, pero siempre a mi lado. 
No quiero que esto cambie. No sé cómo expresar esto que siento, pero simplemente me gusta sentirlo. Me encanta el cosquilleo cada vez que te miro, o simplemente las ganas de abrazarte, decirte algo sin sentido y salir corriendo.
Me fascina la manera en la que me miras, la manera en la que me entiendes.
Me fascina todo de ti. No hay nada que cambiaría, porque hasta tus defectos te quedan absolutamente genial. 
No quiero un hombre ideal, un hombre perfecto, 
no quiero un principito azul o un muñeco de cartón; quiero un hombre en carne y hueso que cometa errores y que aprenda de ellos.
No quiero nada más; 
te quiero a ti.
Por ti lo doy todo, pero jamás es suficiente, no porque tú me lo pidas, sino porque no existen fronteras a la hora de quererte.




[160309]

miércoles, 15 de abril de 2009


I won't let go.

Sembrando discordia y cosechando odio. Buscando otros ojos, otro cuerpo, otra mente con la cual percibir el mundo. Corriendo y corriendo el círculos, terminando siempre en el mismo lugar. Con el dolor a flor de piel y las heridas que no cicatrizan pero tampoco sangran. Perdiendo la noción del tiempo, sin saber si es día o noche, si han pasado horas o días... Con este amor que no me deja dormir. Me consume y me corroe. No me dejas quererte, pero tampoco te quiero olvidar.
Me da miedo el paso del tiempo y tiemblo al pensar en el olvido. Me aferro a tu recuerdo porque no me queda nada más. Es el único pedazo que queda de mi vida fragmentada (el único feliz). No quiero despertar al soñar contigo. Prefiero vivir en mi mundo, rodeada de ti. No quiero ver la realidad. 
Y con esto sólo te quiero decir; 
lo eres todo para mi.


[nomevoyarendir.nopiensodejarteir]

Poco a poco nuestra historia fue reviviendo dentro de mi memoria. La observé con los ojos cerrados, proyectándose en mis párpados como una película. Y al terminarse, en el momento menos pensado y sin darme cuenta, sentía como las lágrimas resbalaban involuntariamente por mis mejillas. Había apretado con tal fuerza mis puños que me dejé las marcas de las uñas en las palmas de las manos. No me dí cuenta que sentía dolor hasta que me moví. La cabeza me daba vueltas y no podía pensar con claridad. La única imagen que veía; tú. La única palabra que se proyectaba en mi mente; tu nombre. 
Aún no te olvido. Mi corazón no quiere dejarte ir, te convertiste en una droga para mi. Un veneno sin antídoto, un vicio sin remedio. No puedo seguir adelante, ni volver atrás. Estoy en un punto muerto, del que sólo tu me podrás sacar. 
Me he convertido en mi propia enemiga, soy perjudicial para mi misma. Mi cuerpo no responde y mi mente sólo me pide tu nombre. 
¿Ves cómo me has dejado? ¿Cómo se te ocurrió enseñarme a amar sin después decirme cómo olvidar?